sábado, 20 de abril de 2013

Lo bueno de llorar

Quizás tenga razón Punset y tres sea El Número. Me explico:

La mentira es la base del amor, del mismo modo que la hipocresía es la altura de la amistad. Ya tenemos entonces geometría para un laberinto, diagonal para el cuadrilátero, para los dos triángulos escalenos que se descomponen con lados desiguales.

Al final siempre sufre más el que sabe de secretos, pero sólo quien los guarda en silencio puede ser tierno. Siempre tienen más posibilidad de ser felices los que ignoran, los que miran el mapa del tesoro pensando que las cruces rojas no son más que el dibujo de un niño.

Los puntos de inflexión, cuando la vida cóncava pasa a ser convexa y la asíntota de la felicidad se retuerce buscando el infinito, no siempre dejan documentos que acrediten el cambio de rumbo. Historias hermosas que acaban resultando encuentros fortuitos con uno mismo, hormonas desesperadas que escriben poemas en busca de autor sobre el vaho de un espejo.

Caben doce minutos de silencio antes de cada confesión increíble. Quizás alguna mujer de Macedonia ("¡pero si siempre has odiado la macedonia!", "No, no, en absoluto") me pida ser el padre de sus hijos mientras que la madre de mis hijos camina tristemente hacia una clínica para no serlo.

Puede que nos salgan decimales al hacer recuento de todo lo sucedido, puede que no sea conmutativo el acto de contarse los pensamientos y varíe el rumbo de una vida según quién cuenta o calla primero su secreto. Puede que los padres pertenezcan a los hijos y no al contrario.

Puede que amanezcamos sobre un espigón en el último día de nuestro silencio. Como puede que sea tres el Gran Número, más grande que el uno solitario, mucho más cierto que un dos en imposible equilibrio.

Pero eso es lo bueno de llorar. Que entre lágrima y lágrima uno puede olvidarse de todas las matemáticas. Lo bueno de llorar es que el papel se arruga, se corre la tinta y uno puede intentar tirar a la basura ese ayer que parecía que no iba a terminarse nunca.

Lo bueno de llorar es que nunca basta.



EL POEMA

Sí, se te pone un nudo en la garganta
y no sabés que hacer para soltarlo.
Tal vez llorar es bueno,
pero tal vez eso no basta.
Porque si lloras te saldrán los llantos
con un gusto de amargo sentimiento.
Y, además, que llorando no te calmas.
No se te calma el nudo ni la angustia,
que es como si todo un cielo se te hundiera
o como si nadando por el agua
con las flores del agua te enredaras.
Como soñar que vas cayendo,
yendo cayendo que caerás sin prisa
y que nadie te espera al fin de la caída.
Es como que te ahoga un pensamiento
que quiere hablar, salir, saltar, volar,
y cada vez da con la jaula.
Miras el libro abierto
y ni te fijas en la página,
miras el cielo por alzar los ojos
pero no ves ni la nube que pasa,
miras la flor, no te enamora,
miras el árbol, no te espanta
oyes el ruiseñor entre la noche
y no comprendes lo que canta.
Has de volver a ti las soledades
con que vas habitando tus moradas,
y pensar poco apoco el pensamiento
y decir poco a poco las palabras,
y formar el poema con la angustia
que te mordía la garganta.

(después de todo bienvenido
si como mariposa te me quedaste fijo
clavado por las alas).

(Eugenio Florit)


DIATRIBA

Si los otros
los que llegan a deshoras
y se marchan

los que respiran   comen
y se acuestan

supieran que te quiero hasta la punta
     del mediodía
y que tú también me quieres
y nos queremos

no les dolería vernos tan cansados del amor
tan agobiados
en esas noches en que apagamos la luz
     para olvidarnos un poco.

(Rogelio Guedea)

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