A veces tiene gestos, palabras... no sé... es como si la sangre se me llenara de burbujas que me subieran muy deprisa por las piernas hasta el pecho y flotara a cinco centímetros del suelo... ¡Je! ¿Os hace gracia? Sí, estoy "pillaico", me temo. Me dice, como si no supiera lo que está diciendo, que "la vida no tiene sentido si no te la cuento" o "hablar contigo es como estar en casa"... O la sorprendo mirándome de reojo cuando yo intento hacer lo mismo...
Pero otras veces, me cuenta los tantos que le tiran los tejos, o, hablando sobre algún tema, deja caer, por ejemplo, que si se echara un novio, no consentiría ser amiga suya, que ella distingue muy bien una cosa de la otra... Y entonces, el corazón se me encoge un poquito, y las burbujas que antes subían, ahora caen rellenas de plomo y me cuesta mover los pies del suelo.
No estoy cómodo, pero es una incomodidad que intento disfrutar... A ver si lo explico... Me siento vivo, más vivo que nunca, porque este ir y venir de la noria me mantiene despierto, atento al hoy, al mañana... Es que no se puede vivir sin soñar... por lo menos, yo no lo concibo. Por otra parte, llegan los días malos y entonces lo veo todo oscuro y me da vueltas en la cabeza mandarla a freír espárragos y empezar a buscar por otra parte... Pero, al cabo de un rato, o de una noche de insomnio, me doy cuenta de que no quiero buscar en otro lado lo que ya he encontrado en éste... Y me conformo, me miento y me doy las mismas largas que ella me da...
Del mismo modo que veo entusiasmos y me dice muy resuelta que llevamos mucho tiempo sin vernos, que habrá que hacer algo... también veo desganas. No sé si es que son más las unas que los otros, o simplemente que se ven más oscuras y destacan sobre el fondo de los días. Cuando sus amigos le proponen algo y ella me lo cuenta... joder, siempre les guarda hueco, deja de estar cansada o se traga el bajón o el dolor de cabeza, y nunca les falla... O quizás no sea desgana, sino una extrema precaución conmigo y por eso me deja para lo último... Así me lo acabo tomando para no pudrirme.
¿Tendría que hacer algo más? A veces me lo pregunto, claro, pero no lo veo... ¡Ah! Sí, sí, dices que a lo mejor puede aparecer otro que empuje más y que... Es verdad, es más fácil dejar a quien no te pone impedimentos, más fácil abandonar a quien no te aprieta... Lo sé... lo pienso de vez en cuando... Ya, sé lo que quieres decir...
Pero... lo he meditado mucho... yo no quiero lástimas, ni miedos, ni promesas de obligado cumplimiento, ni réditos que cobrar por los servicios prestados... Lo que quiero es que me elija, que nos elijamos, lo merezcamos o no... Si llega otro... bueno... pues será que tenía que ser así, que era lo que tenía que pasar, que, si lo que siente por mí no le es suficiente, lo mejor es saberlo cuanto antes... También un topicazo, pero... ya te digo... no podemos elegir nuestros fracasos, nos sobrevienen... pero... lo que sí podemos elegir siempre es un consuelo al que agarrarnos...
Lo que pasa es que todo cansa... La tensión sexual no resuelta está bien una temporada, pero si no se resuelve, se disuelve y se pasa... Y me daría mucha rabia estar tan a punto... a punto de nada... aunque es verdad que es una nada que me rellena de todo el transcurso de los días.
¡Pues claro que me adorno! Soy tan mezquino como cualquiera, tan egoísta como todos... Lo que pasa es que no distingo entre realidad, ficción y deseo... son la misma moneda vista desde diferente ángulo, inmersos en diferentes emociones, a veces, contradictorias... No le tengo especial apego a más verdad que la del sentimiento... Si es que esa es verdad... Yo, ni nadie, puede saber cómo se sentirá mañana cuando el día amanezca inocentemente y la vida se nos enrede en los pies... Ya lo sabré en su momento...
Por eso me pongo plazos, ciertos plazos que nunca son estrictos, porque solo me sirven para apaciguar la impaciencia y hacer trocitos el paso del tiempo para poderlo digerir mejor. Así tengo pensado que, como todo empezó en marzo, será el siguiente marzo en el que tocará decidir si quiero que esto sea una cita... o tendré que ir convenciéndome de que no.
Pero... tantas vueltas, tantas cosas pasan y dejan de pasar... Nadie sabe cuando terminan los plazos hasta que no te llegan los recargos por apremio. Y entonces resulta que te percatas de que ya no hay nada que decidir... que ya se decidió y que casi ni te diste cuenta...
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