martes, 26 de marzo de 2013

Las cosas serias

Hablemos del presupuesto de la obra, de encontrar el teléfono de las averías. Voy a preguntarle a ella, que es de aquí, si conoce algún pintor barato que me alise las paredes del salón.

Estoy pensando tapizar los sofás y cambiar las cortinas para que combinen, pero no sé qué hacer primero. Debería mirar en internet, quizás merezca la pena comprar uno nuevo.

No sé si encargar más leña contra la primavera o esperar que pase este marzo lluvioso. Vaya, no me quedan patatas ni huevos, si es que alguna vez tuve. O me compro un calefactor de aire, de esos pequeños, total, para mí solo y sólo para el rato de después de la cena, cuando me extiendo en el sofá a escuchar cosas del Bárcenas y de Chipre.

¿Y para eso voy a comprar un sofá nuevo? Si casi ni me siento en él o lo uso de mes en mes. Debería mejor, salir a andar todos los días, después de comer, para mover las piernas y arreglarme la tensión.

¿Me quedan pastillas? El futuro está a la vuelta de la esquina, quizás sería conveniente ahorrar algo más. Porque necesito un toldo para la entrada, que luego en el verano, el sol aprieta de lo lindo. Y habría que podar el laurel y los cipreses.

¡Ahi va! Tengo que encargar la tela del quitasol grande, que se me rompió la temporada pasada. Y limpiar el patio, que de tanto invierno está verde. La suerte de los plásticos que puse, que parece que no se ha helado ninguna planta. Aunque el helecho de la entrada da pena.

No hay bastante ropa como para echar una lavadora, me arreglaré así hasta el fin de semana. Tengo que echarles luego el teléfono a los papas mientras el fútbol, a ver si la lista de espera de la operación sigue atontada. El año que viene, bodas de oro, habrá que ir pensando algo para la celebración. Algo original, un regalo diferente, no sé. ¿Un viaje? Psche, ya veremos.

Las actas, que las tengo a medias, y echarle un ojo a la programación, por si falta algo. El seguro de vida ese que no sé ni cuando contraté, tengo que llamar para que me digan. ¿Habrán pasado ya el pago nuevo? Joder, y sin paga extra otro verano. ¿O nos darán media?

Me están saliendo unas manchas rojas en el pecho y el uñero, no sé, no me duele, pero sigue con mal color. Y este pinchazo en el muslo cuando me levanto de la silla y doy el primer paso. No sé si ir a que me lo vea el médico o el siquiatra.

Los niños parecen contentos, eso me hace sentirme bien, aunque no cuentan mucho. Yo tampoco, en eso tienen a quien salirle. Hablando de salir, llevo bastantes días sin salir, debería quedar con alguien, pero es que no tengo gana de quitarme el chandal, con este tiempo, con estas procesiones, con este poco arte que tengo cuando me salgo de los vaqueros.

Quizás se me quede algo en el tintero. ¡Anda! Si quería irme un fin de semana a Málaga, se me había olvidado. En fin, que seguro que me he saltado algún tema, pero bueno, por hoy ya está bien. Ya he pensado un rato en tonterías de las de todos los días.

Ahora, por fin, puedo dedicarme a pensar en las cosas serias, a las verdaderamente serias, esas que tienen que ver contigo. Esas que siempre te pido con medias palabras.



CASABLANCA

                                        As time goes by...

Entre todos los bares de este mundo
he venido a este bar para encontrarte,
furtiva como siempre,
para rozar la piel de tus esquinas.

Y cómo me hace daño tu cansancio
-ya sabes que mañana es cada lunes-
esa vieja, tristísima, memoria
de buscarle sentido a algo que bulle
como se abre una flor,
así, de golpe.

Manías de la ausencia y tus nostalgias.
Te noto tan cansado...
Quiero dormir contigo. Busca sólo
un poco más de sueño y de tabaco.
Quiero morir contigo.
¿Por qué no me prometes un cumpleaños más?
Las arrugas ahí sí que son cosas serias
o el paso de los días,
con mis pechos que bajan a acariciar tus manos.
Y luego cuando un labio nos elude
en la piel de las ingles, ay, no muerdas,
y nos brinca por dentro...
                                          Pero ahora llega el tren
como un viejo caballo del National
qué diestro en los obstáculos,
qué sucia su taberna,
qué mediodía oscuro al despedirte.
Te veo tan delgado
con tus causas perdidas,
tus canas en la llama de la copa,
mi amargo luchador,
sonriendo lentamente, como si te murieras.

Como al decirme adiós.

(Ángeles Mora, La canción del olvido, 1985)



MUCHO MÁS GRAVE

Todas las parcelas de mi vida tienen algo tuyo
y eso en verdad no es nada extraordinario
vos lo sabés tan objetivamente como yo

sin embargo hay algo que quisiera aclararte
cuando digo todas las parcelas
no me refiero sólo a esto de ahora
a esto de esperarte y aleluya encontrarte
y carajo perderte
y volverte a encontrar
y ojalá nada más

no me refiero sólo a que de pronto digas
voy a llorar
y yo con un discreto nudo en la garganta
bueno llorá
y que un lindo aguacero invisible nos ampare
y quizá por eso salga enseguida el sol

ni me refiero sólo a que día tras día
aumente el stock de nuestras pequeñas
y decisivas complicidades
o que yo pueda o creerme que puedo
convertir mis reveses en victorias
o me hagas el tierno regalo
de tu más reciente desesperación

no
la cosa es muchísimo más grave

cuando digo todas las parcelas
quiero decir que además de ese dulce cataclismo
también estás reescribiendo mi infancia
esa edad en que uno dice cosas adultas y solemnes
y los solemnes adultos las celebran
y vos en cambio sabés que eso no sirve
quiero decir que estás rearmando mi adolescencia
ese tiempo en que fui un viejo cargado de recelos
y vos sabés en cambio extraer de ese páramo
mi germen de alegría y regarlo mirándolo

quiero decir que estás sacudiendo mi juventud
ese cántaro que nadie tomó nunca en sus manos
esa sombra que nadie arrimó a su sombra
y vos en cambio sabés estremecerla
hasta que empiecen a caer las hojas secas
y quede el armazón de mi verdad sin proezas

quiero decir que estás abrazando mi madurez
esta mezcla de estupor y experiencia
este extraño confín de angustia y nieve
esta bujía que ilumina la muerte
este precipicio de la pobre vida

como ves es más grave
muchísimo más grave
porque con estas o con otras palabras
quiero decir que no sos tan sólo
la querida muchacha que sos
sino también las espléndidas
o cautelosas mujeres
que quise o quiero

porque gracias a vos he descubierto
(dirás que ya era hora
y con razón)
que el amor es una bahía linda y generosa
que se ilumina y se oscurece
según venga la vida

una bahía donde los barcos
llegan y se van
llegan con pájaros y augurios
y se van con sirenas y nubarrones
una bahía linda y generosa
donde los barcos llegan
y se van

pero vos
por favor
no te vayas.

(Mario Benedetti)

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