domingo, 16 de agosto de 2015

Diez mandamientos

Encontrar otro modo de ver como pasan los días. Cambiar de libro la contabilidad y anotar en ella sólo los abonos, ignorando lo que cuesta conseguirlos.

Inventar cada día al menos una frase que contenga virtudes del otro, ignorando que todo será mentira tarde o temprano.

Saludar con alegría, poner entusiasmo en las horas comunes, sacudirse la pereza y expulsarla del sofá, ignorando que toda rutina primero pareció maravilla.

Añadir al vocabulario las palabras que alguna vez nos salvaron la vida y volverlas a poner de moda, ignorando que las medicinas pierden su efecto si se toman en demasía.

Equivocarse por exceso, decidir en primera persona, ignorando que tal vez el otro no sea capaz de oponerse.

Dividir las respuestas en síes y noes, desterrar los "me da igual", los "como quieras" y la tibieza, ignorando que tal vez, una hora más tarde, haya que desdecirse y dar marcha atrás.

Pedir explicaciones y pedir que no sean largas, ignorando que posiblemente todo el mundo se pone a la defensiva.

Cambiar las horas jazztel por minutos del brillo de la piel a la luz de telecinco, ignorando la incomodidad y el regreso solitario.

Agradecer al pasado que haya pasado, agradecer el presente justo cuando está sucediendo, confiar en lo venidero como si fuese a ocurrir, ignorando que las ruinas siempre acaban llegando a tiempo.

Responder con pasión a la pasión, y no con compasión. Ignorando, en fin, que lo único que no cansa es aquello que se acaba.

Estos diez mandamientos, se resumen en dos:
Que la ignorancia es la fuerza y que es muy atrevida...
Y que la vida es del color del cristal con que se mira a quienes tienes a tu lado.



los teléfonos debieran ser parte
                             de la poesía
-la poesía está llena de recuerdos-
Hoy, una llamada solitaria
hizo rodar de nuevo el pasado a mi falda.

Se murieron tres años
                                casi cuatro.

Un bigote se movió sobre unos labios
murmurando
cosas triviales, de todos los dfas
que cómo están los niños,
si al fin me voy a Francia
que la perra tiene
                             tres cachorros
que cómo creció Carlos.

Y el teléfono de ayer me dijo
Cuánto te quiero.
Cuánto te extra no.

(Ana María Rodas)



Mendiga voz

Y aún me atrevo a amar
el sonido de la luz en una hora muerta,
el color del tiempo en un muro abandonado.

En mi mirada lo he perdido todo.
Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no hay.

(Alejandra Pizarnik)

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