jueves, 13 de agosto de 2015

Comer perdices

"LA GUERRA ES LA PAZ"
1984 - George Orwell


A fuerza de comer perdices, a Cenicienta le dio por engordar mórbidamente. Añoraba quizás, su antigua soledad. Una soledad de tareas domésticas y hermanastras, sí, pero con esperanza de encontrar otra vida.

La de ahora, en cambio, era una soledad de multitudes en las calles y camas inmensas y asoladas por la ausencia. El príncipe dejo de ser príncipe y se hizo de sapo y hueso, como todos los seres humanos cuando olvidamos aquel estupor primero, aquella adrenalina corriendo venas abajo.

Como adictos a una sustancia, aquellos abrazos de 5 segundos, que eran el mundo condensado, dejaron de bastar y ahora ni siquiera merecen el esfuerzo de levantarse del chaise-long para buscarlos.

A fuerza de comer perdices, Juan sin miedo conoció los celos, el desencanto y la lamentable costumbre de su amada de acostarse muy muy temprano.

Templado su carácter a base de solucionar peligrosas pruebas de valor e ingenio, habituado a explorar los castillos encantados de la noche, experto en burlar los hechizos de las brujas y los zarpazos de los ogros,  no supo asimilar que tocaba hacer el amor los jueves terceros de mes y que los sábados pares había que comer en casa de los suegros.

A fuerza de ganar batallas y conquistar civilizaciones, Alejandro Magno no resistió el veneno que venía acompañando las perdices. Después de haber esquivado siete mil flechas que le lanzaron sus guerras, no vio venir a los siete traidores que le lanzó la paz.

Tampoco el samurai supo nunca aliviar esa taquicardia inoportuna que le daba a media mañana, después de llevar 3 horas sin nada que hacer en el jardín que le regaló su Señor en pago a las veces que le salvó la vida su espada.

Los enemigos, pronto se vuelven comunes. Y cuanto más comunes se ven, más fácil es acercarse y cerrar filas y poner la mano en el hombro. Pero --y es que no me acuerdo del título del cuento-- cuando desaparece el enemigo, uno descubre en el compañero esa mirada de incredulidad, de hastío, de desapego, cuando la broma no se soporta o se toma al pie de la letra lo que antes era una preciosa metáfora.

La guerra es la paz porque hace falta un adversario para la felicidad. Y si no está fuera --así somos los seres humanos--, entonces lo buscamos dentro, convirtiendo nueve meses de acercamiento en veinte años de matrimonio.

"Si hubiera una guerra", le dijo, ahora sabe que con muy mal gusto, "que me pille a tu lado. Pero no sirves para la paz". Aparte de algunas cuestiones médicas y de domicilio, de lo siguiente que hablaron fue de los términos de un divorcio que ahora le parece lejanísimo.

Amar el desenlace, pero adorar la trama. Comer perdices, bueno... ¿por qué no?... Pero no dejar que se convierta en el final de los cuentos.


Como el primer cigarro...

Como el primer cigarro,
los primeros abrazos. Tú tenías
una pequeña estrella de papel
brillante sobre el pómulo
y ocupabas la escena marginal
donde las fiestas juntan la soledad, la música
o el deseo apacible de un regreso en común,
casi siempre más tarde.

Y no la oscuridad, sino esas horas
que convierten las calles en decorados públicos
para el privado amor,
atravesaron juntas
nuestras posibles sombras fugitivas,
con los cuellos alzados y fumando.
Siluetas con voz,
sombras en las que fue tomando cuerpo
esa historia que hoy somos de verdad,
una vez apostada la paz del corazón.

Aunque también se hicieron
los muebles a nosotros.
Frente a aquella ventana -que no cerraba bien-
en una habitación parecida a la nuestra,
con libros y con cuerpos parecidos,
estuvimos amándonos
bajo el primer bostezo de la ciudad, su aviso,
su arrogante protesta. Yo tenía
una pequeña estrella de papel
brillando sobre el labio.

(Luis García Montero)

4 comentarios:

  1. El Divorcio por mutuo consentimiento es aquel mediante el cual las partes se ponen de acuerdo para divorciarse porque no pueden seguir conviviendo, pero no quieren someterse a litigios ni contradicciones, sino que acuden por ante un Notario Público a los fines de levantar un Acta denominada de Convenciones y Estipulaciones conteniendo todos los aspectos que han de regular esa separación aparentemente "amistosa".

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  2. "Pero la cosa es caprichosa, nerviosa e inconstante, sube y baja, corre y se detiene, merengue rosa y veneno de marca. Les guste o no, se dejan huellas marcadas y un final repetido les sorprende, siempre, llegando por la espalda.

    Por último, la abstinencia, las dosis se acaban y hay que echar mano de lo que se pueda para soportar la ausencia sobrevenida. Literatura, pilates, playa con la familia, mascotas o chat, da igual, no importa cuánta mercromina se derrame. Este eso sólo lo puede cerrar otro eso que se abre."

    De un viejo blog que aún tengo en el disco duro. Gracias por comentar.

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  3. Me quedé pensando si las perdices son las causantes de los elevados índices de desamor que viene con la edad. (Si viene). Y decir que uno es vegetariano vale tanto como escupir hacia arriba. Me voy pensando...

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    1. Está claro que la dieta influye... Especialmente si es monótona...

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