Y tu cuerpo está ahí, remoto y mío
JORGE GUILLÉN
Por razón de sombra lo siento vivo,
porque siempre estamos al principio,
por ardor de piel y de espada.
Entonces entiendo que se clava,
que quema y que luego escarba,
que se incrusta haciendo su hueco
con el ímpetu de un cuchillo.
Cuando se me derrama la noche
en lo oscuro, es lo único que distingo:
cálido y lejano, impalpable y bronce,
tácito, insomne, vívido.
Tu cuerpo, aunque no quieras creerme,
ya no es tan tuyo como entonces,
no lo tienes tan a mano como de día.
Cuando la noche te cierra los ojos te conviertes
en un corazón remoto y mío.
LA CARICIA ADORMECE...
La caricia adormece,
y a una región conduce
más cercana a la tierra,
a su silencio y sueño,
bien tendidos, dichosos.
Y tu cuerpo está ahí, remoto y mío,
inmóvil, invisible, descuidado,
y mientras me abandono a su nostalgia,
la oscuridad absorbe en su sosiego
de gran remanso nuestro amor flotante.
(Jorge Guillén)
EL HONDO SUEÑO
Este soñar a solas... ¡Si tu vida
de pronto amaneciese ante mi espera!
¿Por dónde voy cayendo? Primavera,
mientras, en tomo mío dilapida
su olor y se me escapa en la caída.
¡Tan solitariamente se acelera
-y está la noche ahí, variando fuera-
la gravedad de un ansia desvalida!
Pero tanto sofoco en el vacío
cesará. Gozaré de apariciones
que atajarán el vergonzante empeño
de henchir tu ausencia con mi desvarío.
¡Realidad, realidad, no me abandones
para soñar mejor el hondo sueño!
(Jorge Guillén)
No hay comentarios:
Publicar un comentario