Amor mío,
que en mi corazón alientas el fuego
cuando los troncos se rozan,
baila inquieta para mí esta noche,
sálvame de la soledad y de la muerte
tú, que sabes de mi frío,
siéntate conmigo,
fundamos los labios y los muslos
hasta convertirnos en ceniza.
Ven conmigo
al lugar donde se suicidan los inviernos,
al tiempo en que los troncos se rozan
y los muslos arden.
Mira cómo baila mansamente la llama
que más tarde nos convertirá en cenizas.
No temas sucumbir a las ascuas:
para sentirse vivo
hay que caminar por el filo
de algún desastre.
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