martes, 8 de octubre de 2013

De vestidos

De vestidos nada sé. Y quisiera aprender qué color combina con cual otro, cómo se llaman las distintas mangas y cual es la forma más adecuada que darle a la tela según sea el cuerpo de cada quien.

No me parece un conocimiento superfluo. Para llegar a conclusiones simples, a reglas que funcionen adecuadamente, hay que observar mucho, imaginar mucho, diseñar en el aire.

Adornar consiste en resaltar virtudes y disimular defectos, en impresionar y contrastar o, por el contrario, en pasar desapercibidos respecto del paisaje. Y si bien puede parecer un ejercicio de falsedades, hay que reconocer que amar se basa en el mismo principio, el de reinventarse poco a poco sobre un fondo negro.

Adornar a alguien es amarlo y amarlo es embellecerlo y embellecerse amando. Una invención mutua en donde no se sabe muy bien quién es el diseñador y quién el diseñado. Un modo de imaginarse en el que el diseño exacto nunca se alcanza, en el que el maniquí verdadero nunca se descubre al final.

Por eso quiero aprender, porque mi amor depende de eso, y de mi amor el resultado de mi vida, y del resultado de mi vida proviene el mundo. Por eso quiero aprender de vestidos, aunque nada sé. Únicamente me atrevo, tímidamente, con los tuyos, con esos que tanto me gusta que te pongas y que te quites.

Especialmente me gusta, supongo que me lo notas, ese vestido suave y tranquilo que te pones cuando te quitas el miedo y el reloj, ese que te ocupa el cuerpo entero sin dejar un sólo milímetro de aire entre tus labios y los míos, ese que se queda pegado a mis manos resbalando por la tarde que busca no tener fin.

Quiero saber de vestidos, porque embellecernos es amarnos. Quiero aprender de vestidos porque de vestidos nada sé.

Tú, ya sabes que desvestidos nada sé, y que, desvestidos también, es el más dulce y lento modo de aprender.


FUGITIVA

Traes destellos de lluvia en los cabellos
brillantes que te cubren la frente;
tienes húmedos los ojos, los labios mojados
y gélidas y rígidas las mejillas del
frío. ¿Por qué has estado ausente tanto tiempo?
¿Por qué no has venido a mí hasta las
tantas de la noche, tras caminar durante horas
contra viento y lluvia? Quítate el vestido
y las medias, siéntate en este sillón profundo
junto al fuego. Te voy a calentar los
pies en mis manos. Te voy a calentar senos y
muslos a besos. Ojalá pudiese encender
un fuego en tu interior que nunca se extinguiese.
Ojalá pudiera estar seguro de que llevas
bien dentro un imán que siempre te traerá a casa.

(Kenneth Rexroth, Actos Sacramentales, 2005)





ENTRE LA MUERTE Y YO
(fragmento)

Me gusta imaginarte desnuda.
Pongo tu cuerpo desnudo
entre yo y la muerte.
Si me pongo a pensar
y prendo fuego a tus dulces pezones
hasta los tendones bajo tus rodillas,
puedo ver muy lejos a través de tu cuerpo.
Lo que miro está vacío,
pero al menos está iluminado.

Sé cómo tus hombros relucen,
cómo tu rostro cae en trance,
y tus ojos se ponen como los de un sonámbulo,
y tus labios de mujer
que es cruel consigo misma.
Me gusta
imaginarte vestida, tu cuerpo
cerrado al mundo y contenido,
su maravillosa arrogancia
que hace que todas las mujeres te envidien.
Puedo recordar cada vestido,
cada uno más orgulloso que una monja desnuda.
Cuando me voy a dormir mis ojos
se cierran en una red de memoria.
Su nube de íntimo olor
sueña en vez de mí.

(Kenneth Rexroth, Versión de Marcelo Pellegrini y Armando Roa Vidal)
(La señal de todas las cosas, 2004)

2 comentarios:

  1. Comienza la temporada de otoño-invierno. Se lleva el color nude, salpicado de complementos rojo vino y collares XXL.

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  2. Comienza la temporada de otoño-invierno. Se lleva el color nude, salpicado de complementos rojo vino y collares XXL.

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